Igual que con los humanos, a medida que nuestros peludos envejecen, vamos notando cambios en sus hábitos, conductas, temperamento, en la forma de moverse, en su apariencia y en su salud.
Lo triste, pero ampliamente conocido, es que a los perros la vejez les llega a partir de los 8 años, independientemente de su rango de vida el cual varía de raza en raza ¡Esto hace que dependan aún más de su familia humana para su cuidado! Mantenerse sanos y felices en sus últimos años depende cada vez más de los dueños y no de ellos.
Por eso, es importante que aprendamos a reconocer los cambios que irán presentando en esa etapa y que seamos conscientes de que no podemos esperar que sigan saltando, corriendo y escuchándonos como cuando eran jóvenes.
SEÑALES DE QUE TU LOMITO ESTÁ ENVEJECIENDO
- Duerme más tiempo y con mayor frecuencia.
- Se le nota cierta rigidez muscular, sobre todo al levantarse.
- Necesita “ir al baño” más a menudo.
- Tolera menos las temperaturas extremas, tanto frío como calor.
- Batalla al subir o bajar escaleras o lo ves como que lo está pensando.
- Tarda en reaccionar a tu llamado o a los sonidos ajenos a la casa.
- Se desorienta.
- Choca con objetos que usualmente evitaría.
Aunque tristemente no puedes detener su proceso de envejecimiento, con ciertos cambios en su cotidianidad podrás mitigar y hacer más llevadera esta etapa de su vida.
ALIMENTACIÓN
En la vejez los canes tienden a ser menos activos y por consiguiente, gastan menos energía; de continuar con la misma alimentación, podrían ganar más kilitos. Un mayor peso u obesidad traerá consigo problemas en sus articulaciones e incluso en su corazón. Te recomendamos:
- Cuidar que su dieta sea sana.
- Hablar con su veterinario sobre las cantidades de alimento que debes darle.
- Asegúrate que su alimento sea de gran calidad.
- Checa que nunca le falte agua fresca y que esté a su alcance.
- Si en tu casa hay perros más jóvenes, asegúrate que tu ‘viejo’ no tenga que competir con ellos por su comida.
EJERCICIO
En esta etapa, para mantener fuertes los músculos de tu peludo, y así cuidar el buen estado de sus articulaciones, es fundamental que continúe haciendo ejercicio, pero con algunos cambios:
- Las caminatas deberán ser más cortas, pero más frecuentes para mantenerlo en su peso, sin agotarlo.
- Haz una rutina de ejercicio que combine alto y bajo impacto, para evitar que sufra rigidez muscular, p. ej., mezcla una carrera seguida por una caminata (vigoroso/tranquilo).
- Ponlo a hacer “sentadillas” para fortalecer sus patas traseras. Es tan sencillo como hacer repeticiones seguidas de sentarse y levantarse. También sirve llevarlo a caminatas con pendientes. Estos ejercicios le ayudarán a subir y bajar escaleras.
HIGIENE
- Cepilla diariamente a tu peludo para que su piel y pelaje se mantengan en buen estado. El cepillado ayudará a la circulación de la sangre y te permitirá checar si tiene algún golpe o inflamación. Date la oportunidad de apapacharlo.
- A medida que tu perro envejece, el cuidado dental es muy importante para que mantenga su boca y dientes sanos y pueda seguir masticando. Si notas que saliva demasiado, le huele mal el hocico o se le dificulta comer, llévalo al veterinario para que le haga un tratamiento.
- Si tu lomito presenta incontinencia o comienza a perder el control de su intestino, cambia su cama por una que sea fácil de lavar. También puedes apoyarte usando tapetes extra grandes como los de LUDOS® que gelatinizan líquidos y controlan olores.
DESCANSO
- Asegúrate de que su lugar de descanso sea en un área tranquila, lejos del ruido de otras mascotas o niños, y que no tenga corrientes de aire.
- Toma en cuenta que las camas para perros con ‘memory foam’ son ideales para evitar que se formen llagas en sus codos y rodillas.
- Cuida de que todo lo que tu peludo necesite -agua, comida, juguetes, baño, cama- estén fácilmente a su alcance. Así no tendrá que subir y bajar escaleras, o ir muy lejos para satisfacer sus necesidades.
CAMBIOS DE COMPORTAMIENTO
A medida que tu perro vaya envejeciendo, notarás cambios en su comportamiento. La pérdida de su nivel auditivo o visual pueden volverlo más vulnerable y ansioso.
Es posible que se vuelva más sensible a cosas que antes no le molestaban, incluso presentar reacciones agresivas en ciertas situaciones:
- Podría ser menos tolerante y más irritable con niños o perros que invadan su espacio.
- Puede que no sea tan bueno obedeciendo como solía serlo y parecer que te ignora cuando le llamas o das una orden.
Un poco, o mucho, de paciencia con tu perro adulto ayudará a que la convivencia entre los dos sea agradable como siempre. Apóyate en su médico veterinario para ayudar a que tu peludo pueda disfrutar de su vejez.